miércoles, 9 de mayo de 2012

Soledades.

Ellos tienen razón, esa felicidad al menos con mayúscula no existe. Ah, pero si existiera con minúscula sería semejante a nuetra breve presoledad. Después de la alegría viene la soledad. Después de la plenitud viene la soledad. Después del amor viene la soledad.... Ya sé que es una pobre deformación, pero lo cierto es que, en ese durable minuto, uno se siente solo en el mundo. Sin asideros, sin pretextos, sin abrazos, sin rencores, sin las cosas que unen o separan y en esa sola manera de estar solo, ni siquiera uno se apiada de uno mismo. Los datos objetivos son como sigue: hay diez centimetros de silencio entre tus manos y mis manos, una frontera de palabras no dichas entre tus labios y mis labios y algo que brilla así de triste entre tus ojos y mis ojos. Claro que la soledad no viene sola. Conforme, pero qué vendrá después de la soledad... A veces no me siento tan sola si imagino, mejor dicho si sé, que más allá de mi soledad y de la tuya otra vez estás tú. Aunque sea preguntándote a solas.... qué vendrá después de la soledad.