martes, 25 de octubre de 2011

Co(razones).

No nos quisimos desde el primer momento. Tampoco queríamos volver a conocernos cada día. No había nada de extraño en no desear compartir el café de todas las mañanas. No nos resistíamos al mundo.

- Ponte una chaqueta, vas a coger frío. (Dijo con aquel tono de indiferencia y orgullo).
- ¿Has visto?...todavía puedes llegar a enamorarte de mí.

domingo, 23 de octubre de 2011

Al chico del barrio.

Quizá el amor, por muchos violines que le pongan, solo sepa bailar dando palmas. Y las personas seamos distintas, ilógicamente adyacentes, aproximadamente normales, y todas, todas dispuestas al juego de la equivocación. Que si no encuentras la sonrisa del día, dame un toque y a ver qué puedo besarte, que a estas alturas del curso una parece que vuela al ver tu nombre en el móvil, y pienso en la misma calle, número y portal que los tuyos, como si fuera fruto de una traviesa coincidencia. Elegimos disparates como palabras favoritas... yo siempre creí que tenías destino de guitarra, y quién sabe si quizá, también, de rock and roll. Tú y tus malditos ojos azules haciendo trampas...

Frío polar.

Esta eres tú. Con los ojos cerrados, bajo la lluvia. Nunca pensaste que estarías así, nunca te viste, como lo dirías... como esas personas que disfrutan mirando la luna, que pasan horas mirando las olas o los aterdeceres , o el viento en los sauces, supongo que sabes de que clase de personas hablo, a lo mejor no. Pero resulta que te gusta estar así, pelándote de frío, notando como el agua traspasa tu chaqueta, te llega a la piel. Y el olor. Y el tacto de la tierra que ablanda. Y el sonido del agua chocando contra las hojas. Todas las cosas de las que hablan los libros que no has leído. Esta eres tú, quién iba a pensarlo...

Comienzos.

Te regalo las canciones que no escribí, ni voy a escribirte, aunque sepas, que te pertenecen por completo. Te regalo un sinfin de verdades dolorosas y punzantes, que todavía no alcanzo a contarte. Te regalo un cuerpo, común y corriente, que se sabe imperfecto, pero aún así está deseoso de tenerte. Te regalo, en suma, este puñado de pequeñeces, lágrimas y flores que es mi vida, para que en ella dibujes tu silueta, su divino complemento, y empecemos a caminar.

Amorerías.

Tengo un amigo, es músico, toca la trompeta. Es muy bueno. De vez en cuando voy a sus jam sessions y toca mi canción favorita, un viejo tema de Chet Baker. Siempre la toca de la misma manera, pero nunca suena igual. Una noche que salimos de copas, yo entonces bebía, intenté explicarle lo que me hacía sentir esa canción, esa melodía me emocionaba, y su forma de interpretarla también.
Él negó con la cabeza y dijo: "Paula, no se puede hablar de música. Hablar de música es como querer bailar con un edificio."
Y le dije: "Qué gilipollez, si nos ponemos filisóficos no podremos hablar de casi nada. De amor, por ejemplo."
Entonces se echó a reir y dijo: "Desde luego, por descontado, hablar de amor es como querer bailar con un edificio."

Happiness.

Me gustas cuando dices tonterías, cuando metes la pata, cuando pierdo el autobús por tu culpa, cuando eres feliz y se te nota o cuando eres genial con una frase que lo resume todo, o cuando ríes, cuando me perdonas un olvido. Pero aún me gustas más, tanto que casi no puedo resistir lo que me gustas, cuando, lleno de vida, te despiertas y lo primero que haces es decirme: "Tengo un hambre feroz esta mañana. Voy a empezar contigo el desayuno".