domingo, 26 de junio de 2011

Fuck off.

Se había recogido el pelo antes de salir de casa. Mientras intentaba abrir el paraguas, pensaba en -quizá- recogerse también el corazón, colocarlo en un lugar donde no pudiera mojarse. Que ya estaba muy mojado, demasiado. Ya pesaba, aquel peso había ido haciendo hueco entre sus cosas. Los libros que le había regalado, la maleta que había utilizado durante sus viajes, la bufanda que durante el invierno se solía poner e incluso los zapatos que usaba los sábados. Su amor (hacia él) no había sido infinito. Lo cierto es que, simplemente, no era amor.

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