Pero...
Creo en el verbo cuando él abre el vino y se queda, y en el sentimiento sin que mienta, y en las cincuenta últimas discusiones que son el primer polvo por mil. Creo en su sonrisa que no es eterna pero juega a hacerme, que dure ya es sacarle la lengua a un para siempre. Y ''nunca más'' acaba sonando a mucho más de lo que seas. Creo en la fuerza que hace el amor, y en el día impar que fuimos hasta hoy, y en las sábanas sucias de sus besos y en el dos por el precio de millones. (Porque tú los vales).
Lo cierto es que no creo en nada, pero él cree en mí. Y tal vez, ahora sí, sea el amor el que de una puta vez nos crea. Sin destruirnos antes.
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