Te mueres por unas miserables caricias. Por un plan de lunes por la tarde. De besos a cada rayito de sol. Aunque sea de puntillas. Aunque se haga de noche después. Te mueres. Y lo sabes. Lo dicen tus ojos. Pero como eres muy Chuck Bass, te haces el difícil. Y yo, sigo en mi línea. Siempre firme.
Pero tranquilo,
estás más que calado.
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