martes, 3 de enero de 2012

2012.

Es sencillo. Como la pieza de dominó que, en cadena, hace caer al resto; o de la misma manera que los bostezos van saltando de una persona a otra casi sin que nos demos cuenta. Basta que suceda como el conductor de autobús que saluda con una enorme sonrisa y desea un buen día a quienquiera que suba o baje de su vehículo, y que acaba repartiendo, pues eso, días buenos a todos. Como la mueca simpática de una desconocida por la calle, que hace que tú se la hagas a la niña que espera en la tienda y que ella luego le saque la lengua cariñosamente al abuelo que contempla a la gente en un banco. Como la mirada de complicidad entre dos extraños que se cruzan y llevan la misma camiseta del mismo grupo de música. Contagiar optimismo, sonrisas, gestos. Es sencillo. Sólo hay que empezar: darle un golpecito a la primera ficha, fingir un bostezo por una buena causa, guiñarle un ojo a alguien.

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